Cambiar una bañera por un plato de ducha es algo muy habitual en cualquier reforma, es una pequeña obra que cuenta con unas ventajas indiscutibles.
- Ahorramos tiempo y en dinero, ya que para darse una ducha se tarda mucho menos que para darse un baño, además, se consume mucha menos agua por lo que el ahorro es doble.
- Ganamos en espacio, ya que el espacio que ocupaba una voluminosa bañera se puede utilizar para otra cosa. Un plato de ducha se puede instalar en la mitad de espacio que ocupaba una bañera aprovechando de este modo más los metros.
- Los platos de ducha están hechos con materiales antideslizantes, de este modo evitamos el riesgo de resbalarse.
- Es muchísimo más fácil acceder a la ducha, ya que no tenemos que sobrepasar una «barrera» para entrar a la ducha. Es algo muy importante para personas dependientes, ya que puedes ducharte sentado si colocas una silla o un banco.
- Las duchas hacen posible moverse mucho mejor en su interior.
- Hacen que el baño tenga un estilo actual y moderno.
Se debe tener en cuenta que al cambiar una bañera por ducha, se va a quedar un espacio libre y sin azulejos. Hay dos opciones para poder realizar y acabar este trabajo. Es muy importante también ver cómo están las tuberías del agua y los desagües
Existen diferentes opciones para solucionar este problema, una opción es colocar azulejos nuevos hasta la zona donde están los antiguos para que no haya filtraciones de agua o quitar todos los azulejos y poner todos iguales.
Otro problema a tener en cuenta es el grifo de la bañera. Al retirar la bañera, el grifo se quedará situado a una altura de 60 cm, lo que es una altura incómoda para abrirlo estando de pie. Normalmente se suele cambiar la grifería y subirla a una altura adecuada para ducharse, aunque esto implique la retirada de unos pocos azulejos más.
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