El concepto de «espacio de trabajo» ha cambiado radicalmente en los últimos años. Las empresas han ido tomando conciencia de este hecho, y cada vez más oficinas se adaptan a la nueva generación.
En la mayoría de las empresas, el lugar de trabajo siempre ha sido frío y distante. Esto no motiva a los trabajadores y, por lo consiguiente, afecta al negocio. De un tiempo a esta parte el espacio de trabajo se ha redefinido para convertirse en un lugar de colaboración y productividad. Y para conseguir este objetivo, el diseño del espacio necesita evolucionar para apoyar esta transformación, y la mejor manera de conseguirlo es dejar esta labor a un estudio de arquitectura con experiencia en el sector.
La pandemia, a pesar de todas las cosas negativas, ha acelerado esta serie de cambios de paradigma que contribuyen en la forma de trabajar. Este periodo nos ha mostrado que operar desde casa tiene sus ventajas, y que la oficina debe ser un espacio fundamental que permita la interacción social, la compañía, y el sentido de comunidad para que le empresa funcione a todo motor.
Uno de los mejores ejemplos es Google. Sus oficinas inspiran creatividad, y la colaboración y el intercambio de ideas entre compañeros es uno de los motivos que la han impulsado a la cima.
¿Cómo sacarle el máximo partido a la oficina?
Espacio flexible
Hay que optimizar la oficina hasta que se convierta en un lugar donde poder realizar distintas actividades de trabajo, y fomente la interacción social. Para esto no existe un molde predefinido, cada empresa debe estudiar el lugar hasta entender qué tipo de espacio se adapta mejor a sus necesidades.
Para algunas es necesario darle prioridad a las salas de presentaciones, los asientos cómodos, y las áreas de descanso diseñadas para fomentar el intercambio de ideas y experiencias. Por el contrario, otras requerirán más espacios individuales donde cada persona pueda concentrase, sobre todo, si necesita silencio para enfocar su trabajo.
Equilibrio entre espacios individuales y colectivos
Las áreas de trabajo bien diseñadas necesitan encontrar un balance entre colaboración y concentración; y las oficinas que se puedan adaptar fácilmente tendrán esta ventaja. Hay que modelar la distribución en función de cómo las personas van a usar los espacios.
Como consejo, una buena forma de hacerlo es dividir la oficina en porcentajes de metros cuadrados, donde cada espacio estará asignado a alguna actividad específica. Esto sirve para tener una visión general de cómo será usado cada uno de ellos. Por ejemplo, 10% será usado para la sala de juntas, otro 20% para zonas individuales, 40% para espacios compartidos, y el 30% para áreas comunes. La buena noticia es que si el mobiliario es ligero es fácil cambiar esta distribución; ya verás que el espacio es mucho más versátil.
Los pequeños detalles marcan la diferencia
La experiencia de un empleado va más allá de las horas que realmente trabaja. Es importante que el personal se sienta inspirado desde el momento que atraviesa la puerta.
Hay que poner atención en los pequeños detalles, como la iluminación, las texturas, y ¿por qué no? añadir obras de arte que le aporten belleza al entorno. Sentarse en el escritorio o ir a por una taza de café puede transformarse una experiencia totalmente diferente y disfrutable. Todos estos factores aumentarán el rendimiento de la empresa.
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