Lo primero antes de responder a esta cuestión es plantearnos las necesidades de rehabilitación del edificio. Puede parecernos que sí, pero no es lo mismo rehabilitar un edificio en Barcelona que hacerlo en una zona rural o en edificaciones plenamente funcionales, ya que a la necesidad de arreglar la fachada, evitar desprendimientos etc., se le puede sumar un largo etcétera de posibilidades que van desde lo meramente estético, como añadir una capa de pintura, a lo plenamente funcional, como adaptarlo a la climatología y mejorar su rendimiento energético. Una vez planteada esta cuestión inicial, ¿qué mejoras puedo implementar a la hora de rehabilitar un edificio?
Mejorar la apariencia
Este es el principal signo y motivo por el cual nos planteamos la rehabilitación: debido al paso del tiempo o a ciertas deficiencias en la construcción, el primer síntoma de la necesidad de rehabilitar un edificio es una fachada ajada o de apariencia poco atractiva.
Una rehabilitación en este sentido puede recuperar el esplendor del edificio y devolverle al estado y presencia con la que fue construido, pero también puede servir para mejorarlo cambiando la tonalidad, dándole un aire nuevo a la construcción o hacerlo más eficiente, como veremos a continuación.
Hacerlo más eficiente
No hace falta instalar placas solares para convertir un edificio en eficiente: ¿sabías que un simple cambio de pintura ya puede ayudar a ahorrar en climatología a las viviendas que lo componen? Los colores claros hacen que la luz solar se reflecte en la fachada impidiendo que incida directamente sobre las paredes de los hogares, consiguiendo que se mantengan frescas, mientras que por el contrario, los colores oscuros hacen penetrar la luz solar calentando la superficie y aumentando la temperatura desde el interior.
Una buena rehabilitación de edificios puede tener en consideración estos factores y otros más ecológicos como la posibilidad de instalación de recolectores de agua, impermeabilización completa o instalación de placas y revestimientos térmicos etc. que consiga que el edificio sea más eficiente y suponga un notable ahorro para la comunidad de vecinos que lo habita.
Evitar daños estructurales
Una mala impermeabilización no solo causa humedades, sino que también puede hacer que el agua se filtre hacia el interior de la estructura y afecte a los pilares y cimientos, lo cual puede desembocar en graves daños estructurales que pongan en peligro la solidez del edificio.
Además, la presencia de fisuras en la fachada puede crear bolsas de agua que produzcan abombamientos y desprendimientos, que además de afear la presencia del edificio, puede ocasionar daños a vecinos y viandantes.
Recuperar espacios perdidos
En edificios donde encontramos patios interiores o exteriores, escaleras y vestíbulos tendemos a despreocuparnos por ello sin tener en cuenta que son potenciales valores en activo para toda la comunidad.
Además, estas zonas pueden servir como reaprovechamiento para infraestructuras de utilidad para todos los vecinos, dejando se ser espacios perdidos o sin aparente utilidad a la par que revalorizan el valor de cada vivienda.
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