No estamos exagerando lo más mínimo. Muchos profesionales del mundo del audio consideran que la acústica de la habitación es igual o, si cabe, más importante que el propio equipo de sonido. Uno de altísima gama instalado en una habitación con una acústica desastrosa nos ofrecerá un sonido emborronado, sin matices, que, sin duda, dejará mucho que desear. Sin embargo, un equipo normal, de gama media, pero ubicado en una habitación con unas condiciones acústicas favorables puede rendir al 100%, proporcionándonos, incluso, una escena sonora más consistente que una instalación mucho más cara, pero con una acústica muy mejorable.
Los consejos que os proponemos son muy asequibles. Tanto que todos ellos pueden ser llevados a cabo recurriendo a los elementos decorativos que casi todos tenemos en casa. Y es que basta modificar la ubicación de algunos de ellos, o, sencillamente, cambiar sutilmente la decoración de nuestro salón, para conseguir que nuestro equipo se transforme y nos permita disfrutar mucho más tanto nuestra música como nuestras películas favoritas. Entremos en materia.
1. Coloca una alfombra gruesa entre tus cajas acústicas y la posición de escucha. Muchos aficionados, sin saberlo, ya han mejorado la acústica de su sala, sencillamente, colocando una alfombra. Este objeto tiene la capacidad de absorber una parte de la energía de las ondas que inciden en su superficie. Esto es bueno porque, de esta forma, conseguiremos incrementar el tiempo que transcurre desde el momento en el que llegan a nuestras orejas las ondas directas que proceden de los altavoces, hasta que llegan las ondas reflejadas por el suelo, que, además, lo harán debilitadas. De esta forma, estas últimas no enmascararán las primeras, permitiendo a nuestro cerebro interpretar mejor las señales que recibe de nuestros oídos.
2. Cubre las ventanas y puertas de cristal con cortinas gruesas. Las superficies de cristal reflejan la mayor parte de las ondas de sonido que inciden en ellas, absorbiendo poca energía. Además, la que consiguen absorber provoca vibraciones, lo que les permite emitir su propio sonido, y, así, pueden ocultar una parte de las señales musicales que nos interesa preservar. Por esta razón, lo ideal es colocar unas cortinas delante tanto de las ventanas como de las puertas de cristal. Una cortina gruesa absorberá una parte de la energía de las ondas que «choquen» contra ella, y, además, las retardará, permitiendo, al igual que la alfombra, que nuestro cerebro discrimine mucho mejor el contenido musical.
3. Las librerías son nuestras mejores aliadas. La capacidad de absorción de energía de un mueble amplio cubierto de libros puede ser considerable. Si nuestro salón tiene muchos elementos reflectantes, como espejos o un suelo de gres, una librería puede ayudarnos a equilibrar las ondas reflejadas, absorbiendo una parte de su energía. Además, contribuye a «aislar» la habitación del exterior, reduciendo la intensidad de las ondas que consiguen escapar hacia fuera del habitáculo, y, así, conseguiremos molestar mucho menos a las personas que se encuentren fuera de la habitación tratada. Pero esto no es todo. Si nuestro salón es pequeño y nos hemos visto obligados a colocar nuestras cajas acústicas muy cerca de las paredes, las librerías conseguirán absorber eficazmente buena parte de las ondas secundarias (las que se reflejan en el suelo o las paredes), que, de otra forma, empobrecerían la calidad del sonido de nuestro equipo.
4. Si entre vuestras cajas acústicas y la posición de escucha tenéis colocado algún jarrón, valorad la posibilidad de cambiarlo de ubicación. Estos elementos decorativos pueden comportarse como resonadores, lo que quiere decir que sufren oscilaciones mecánicas cuando inciden en ellos señales con una determinada longitud de onda. Por esta razón, pueden producir sonidos, desvirtuando así el contenido sonoro original. Y, si sois unos puristas, contemplad también la posibilidad de quitar cualquier objeto que pueda representar un obstáculo para las ondas que proceden de los altavoces en su viaje hasta vuestras orejas, como las mesas de centro y las sillas.
5. Las plantas, sin importar si son naturales o artificiales, se comportan de una forma muy similar a los paneles difusores de sonido. Cuando una onda sonora incide en ellas y choca con sus hojas, se descompone en ondas más pequeñas que, además, son reflejadas en múltiples direcciones. Esta cualidad nos viene de maravilla si nos vemos obligados a colocar nuestras cajas acústicas muy cerca de las paredes, pues, si intercalamos una planta de cierta envergadura entre el altavoz y la pared, conseguiremos controlar con mucha más precisión el retardo y la energía de las ondas reflejadas. Varias plantas estratégicamente colocadas pueden brindarnos la sensación acústica de que nuestra habitación tiene unas dimensiones mayores, pues nos pueden permitir incrementar el tiempo que transcurre entre la llegada a nuestro oído de las ondas directas y las reflejadas, lo que siempre resulta muy positivo.
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